Armas y Feminicidios: La (mal llamada) Guerra contra las Drogas en México y la violencia de género

El monumento color morado que dice "¡Ni una más!" - o también llamado el anti-monumento- está de forma permanente en el corazón de la ciudad, haciendo referencia a las mujeres asesinadas en México y a los feminicidios. Fuente: Thayne Tuason
La (mal llamada) “guerra contra las drogas” en México fue declarada por el expresidente Felipe Calderón en diciembre del 2006.
A pesar de todas las consecuencias violentas de esta guerra y de que han ocupado la silla presidencial diferentes personas de, incluso, distintos partidos políticos, el deterioro en los resultados continúa, tal como se puede ver con casos de feminicidios y otras expresiones de violencia de género en todo el territorio.
(Nota de la autora: El término “feminicidio” se utiliza en lugar de femicidio en México y otros países de América Latina como un término político que resalta la responsabilidad del Estado en este crimen. El Estado, y la violencia estructural que provoca, tiene parte de la responsabilidad por su incapacidad para prevenir este delito.
Datos recientes de la Comisión Nacional de Búsqueda revelaron que en México han desaparecido más de 90,000 personas, la mayoría desde 2006, y más de 4,000 fosas comunes clandestinas han sido encontradas por familiares de víctimas y activistas. Es difícil dimensionar el tamaño de la tragedia. La falta de registros consistentes y transparentes impide encontrar el número exacto de víctimas.
La militarización de la seguridad pública es un elemento central y continuo de la guerra contra las drogas en México. La militarización es comúnmente entendida como el aumento de armamento, fuerza y presencia territorial del ejército. Sin embargo, la militarización también ocurre cuando el Estado da legitimidad a las fuerzas militares en sectores fuera de los temas tradicionales relacionados con la “seguridad”. Algunos ejemplos recientes destacables son la participación activa del ejército y la Guardia Nacional (la cual el presidente actual intenta militarizar oficialmente) durante los programas de vacunación contra el COVID-19 y en el proyecto de construcción del nuevo aeropuerto.
Si bien México ha experimentado un aumento en la violencia generalizada desde el comienzo de la guerra contra las drogas, su impacto en la población ha sido asimétrico. La perspectiva de género es esencial para comprender la complejidad de los problemas que conforman esta guerra.
¿Cómo se relaciona la Guerra contra las Drogas con la violencia de género en México?
La justificación de las medidas de militarización se deriva principalmente de una lógica de guerra prohibicionista, argumentando que existe una amenaza para el Estado que debe abordarse urgentemente y a toda costa. Sin embargo, en realidad, esta (supuesta) guerra contra el crimen organizado ha sido una guerra contra las personas, particularmente contra aquellas que son más vulnerables y discriminadas, como es el caso de las mujeres, las personas pobres, racializadas, y/o que forman parte de la comunidad LGBTQIA+.
Podemos ver que la Guerra contra las Drogas de México ha fracasado incluso bajo los propios objetivos explícitamente declarados por las autoridades estatales; por ejemplo, el número de cárteles que operan en el país se ha duplicado y muchos de estos fueron fundados por exmilitares.
El impacto de esta guerra va desde el aumento de la violencia generalizada, destrucción del tejido social y una larga lista de violaciones de derechos humanos: tortura, homicidios, feminicidios y desapariciones forzadas. La combinación del estigma social en torno a los temas relacionados con las drogas, los prejuicios contra las personas usuarias y la cultura de la violación han llevado a las autoridades y gran parte de la sociedad en general a culpabilizar, deshumanizar y desacreditar a las víctimas (incluso en los feminicidios), provocando procesos de revictimización. Además, los niveles de detención y encarcelamiento de mujeres por delitos relacionados con drogas han aumentado exponencialmente, impactando también a sus familias y comunidades.
Asesinatos de mujeres en México
Comúnmente se ha pensado que el feminicidio ocurre en un ámbito más privado o íntimo, y que la guerra contra las drogas está más relacionada con espacios públicos donde el crimen organizado y el Estado son actores principales y únicos del conflicto, pero esto no es cierto. Es fundamental desafiar estas nociones arraigadas, reconociendo que nos son problemas aislados y que los feminicidios están vinculados a la guerra contra las drogas.
Hace tres décadas, Ciudad Juárez (ubicada en la frontera norte de México), captó la atención internacional por ser considerada el epicentro de los feminicidios. En medio de las negociaciones del TLCAN, que generó nuevas dinámicas comerciales entre México, Estados Unidos y Canadá, Melissa Wright escribió importantes aportaciones etnográficas sobre las maquilas: fábricas de bajo costo, alta calidad, intensa mano de obra para manufactura, ensamblaje, y procesos de exportación; y donde trabajaban mayoritariamente las mujeres que fueron víctimas de los feminicidios de Ciudad Juárez. La violencia contra las mujeres se vio agravada por las pésimas condiciones en las maquilas, las cuales fueron denunciadas como abusos a los derechos humanos.
Los feminicidios ocurridos en la década de los 90 en Ciudad Juárez abrieron discusiones sobre los factores económicos que repercuten en la violencia de género, los mercados de alta demanda, las implicaciones de la lógica capitalista que percibe a las mujeres como “cuerpos desechables”, las formas y significados de cómo las mujeres son asesinadas y expuestas, y el nivel estructural de esa violencia.
Los feminicidios en Ciudad Juárez demuestran que la violencia letal contra las mujeres en México no es nueva. Sin embargo, hay nuevos patrones que deben ser reconocidos porque han llevado al aumento de feminicidios y homicidios de mujeres desde el gobierno de Calderón. De manera similar a lo que ha sucedido con la violencia relacionada con el crimen organizado, la violencia letal contra las mujeres se ha expandido desde la frontera norte a todo el territorio mexicano.
El despliegue militar
La organización feminista Intersecta publicó su informe 'Dos Guerras' sobre la violencia contra las mujeres en México, analizando cómo los enfrentamientos en los que se vieron involucradas las Fuerzas Armadas mexicanas tuvieron un impacto significativo en el número de homicidios de mujeres y feminicidios entre 2007 y 2018. Este análisis se centró no solo en la violencia generalizada que desata la militarización, sino también en la violencia provocada por los propios militares. El informe muestra que la mayoría de los enfrentamientos fueron entre las fuerzas armadas y presuntos grupos criminales, y no siempre como resultado de operaciones planeadas sino más bien por patrullajes aleatorios.
El informe muestra que la mayoría de los enfrentamientos fueron entre las fuerzas armadas y presuntos grupos criminales, y no siempre como resultado de operaciones planeadas sino más bien por patrullajes aleatorios. Tabla: Intersecta
El informe Intersecta también presenta dos hallazgos fundamentales:
- Los enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas nunca están asociados a una disminución de los homicidios, ni de hombres ni de mujeres. El despliegue militar, evaluado a través de los enfrentamientos de las Fuerzas Armadas, no ha obtenido los resultados prometidos. No ha logrado contener y reducir la violencia.
- Los enfrentamientos en los que se han visto involucradas las Fuerzas Armadas siempre están asociados a un incremento de los homicidios, tanto de hombres como de mujeres. No solo no lograron contener y reducir la violencia, sino que la exacerban aún más.
Estos hallazgos revelan cómo los enfrentamientos de las fuerzas armadas han contribuido directamente al aumento de los niveles de violencia: el aumento de la militarización no ha sido una estrategia que haya ayudado a proteger a las mujeres o a disminuir la violencia, sino todo lo contrario. A pesar de esta información, las fuerzas militares continúan ampliando su poder.
Las armas
Equis Justicia, Intersecta, Data Cívica y Centro de Estudios Ecuménicos son organizaciones mexicanas coautoras de un informe sobre violencia de género con armas de fuego en México que afirma que las armas de fuego se utilizan cada vez más en los asesinatos de mujeres: en 2006, tres de cada diez mujeres perdieron la vida por armas de fuego. Ahora, es seis de cada diez, y en algunas partes del país es casi ocho de cada diez.
Otro estudio realizado por el CIDE sobre los incrementos de la violencia en la guerra contra las drogas muestra que, entre enero de 2007 y octubre de 2010, la brecha de género de los homicidios violentos con arma de fuego se había ampliado significativamente, pasando de 275 casos a 1.643 en hombres (aumento del 498%) y de 19 a 155 en mujeres (aumento del 716%).
Es difícil rastrear el origen de las armas de fuego en México, ya que muchas podrían provenir del ejército o del mercado ilegal. Pero, en los últimos 16 años de la guerra contra las drogas, las Fuerzas Armadas Mexicanas han recibido un mayor nivel de “asistencia” extranjera, principalmente de los Estado Unidos, con programas como la 'Iniciativa Mérida' donde proporcionaron armas, entrenamiento militar, municiones e incluso perros a las Fuerzas Armadas Mexicanas. También se han traficado armas a través de la frontera entre Estados Unidos y México; la Oficina Estadounidense de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos señaló en 2014 que el 71.9 % de las armas incautadas en México habían llegado de los Estados Unidos.
Es evidente que no existen soluciones inmediatas ni predeterminadas en un contexto tan complejo como el mexicano. Aún así, conocemos muchos de los efectos contraproducentes de las lógicas y estrategias que son pilares fundamentales de la guerra contra las drogas y sabemos también que debemos detenerlas:
- La prohibición de las drogas está exacerbando la violencia dentro del tráfico de drogas, y los costos de librar esa guerra están afectando cada vez más a las mujeres.
- Los enfrentamientos entre fuerzas armadas y presuntos grupos criminales han contribuido a una violencia exponencial. En el extremo receptor de esta violencia cada vez son más las mujeres.
- La creciente militarización a raíz de la guerra contra las drogas ha provocado un derrame de armas provenientes del 'Norte Global' y del ejército mexicano, aumentando el armamento de los grupos criminales.
No puede haber justicia y libertad para las mujeres en un contexto de guerra. Las discusiones sobre políticas de drogas deben abordar la perspectiva de género e interseccional; agregar esas perspectivas al análisis de esta guerra ayuda a demostrar su inutilidad y costos humanos. Explorar las causas fundamentales de la violencia de género en México incluye necesariamente el análisis del impacto que esta guerra sin sentido tiene sobre las mujeres y las personas LGBTQIA+ y reconocer que algunas de las medidas que se están tomando actualmente, como las respuestas punitivas, puede que no estén contribuyendo a la transformación estructural necesaria para desmantelar la violencia de género a largo plazo.