Los altibajos del comercio de opio en el sur de África

"Papaver somniferum" de Fluffymuppet autorizada bajo CC BY-NC 2.0
La llegada de los imperios europeos a las redes de comercio del océano indico arrastró al sur de África a las políticas globales del opio a la llegada del siglo veinte. Entre finales de 1880 y principios de 1920 hubo un cambio de economías de suministración a regímenes de control. Las colonias de Mozambique y Sudáfrica fueron atrapadas en estos grandes cambios.
En un estudio reciente, destaque como actores oficiales o no oficiales formaron y respondieron a las políticas globales del opio y, de diferentes formas, trabajaron para beneficiarse de estos desarrollos. Centrándome en Mozambique y especialmente Sudáfrica, demuestro como las políticas globales cambiantes de la oferta de drogas y la supresión influenciaron los procesos políticos y sociales coloniales. También muestro como estas historias influenciaron eventos por todo el mundo, incluidos los primeros esfuerzos de utilizar la liga de naciones para controlar el comercio internacional de cannabis.
El cultivo de Opio en Mozambique
En julio de 1877, una desagradable sorpresa dio la bienvenida al cónsul imperial británico, el capitán James Frederick Elton mientras guiaba una expedición en el valle de Zambezi en Mozambique. Un experimento agrícola se encontraba en marcha, y parecía estar prosperando. La empresa era portuguesa y la cosecha era opio.
Esto resultaba un problema para el capitán, ya que había una contestación abierta entre los países europeos con hambre de colonizar el continente. Elton reconoció que la agricultura en esta región suponía una mala noticia para los intereses británicos y para su reclamación.
Peor aun era que el cultivo sano de Papaver somniferum suponía una nueva Fuente de competición contra el opio hindú británico que monopolizó el lucrativo mercado chino.
En 1874, el la Compañía de Comercio y Cultivo de Opio en Mozambique presentó su experimento con £180,000, una concesión de 50,000 acres de tierras de la corona portuguesa y derechos exclusivos de exportación libre de impuestos durante 12 años.
Pero, de hecho, el cultivo de opio en el valle de Zambezi demostró ser una Aventura a corto plazo. En 1884, el cultivo de amapola terminó debido a un levantamiento anticolonial. Aun que la violencia tuvo mayores objetivos y metas, los trabajadores africanos fueron motivados a destrozar las plantaciones de opio porque la compañía extorsionaba a sus trabajadores con impuestos y reclutamientos forzados.
Sin embargo, las misiones para beneficiarse del opio se llevaron a cabo de una manera diferente más al sur.
La pierna sudafricana
A principios de 1900, el consumo de opio y de sus alcaloides, como la morfina, ya estaban bien establecidos en el sur de África. Siendo ingredientes comunes en los medicamentos patentados de libre venta, los opiáceos fueron distribuidos por comerciantes, farmacéuticos y misioneros.
Debido al acceso desproporcionado, los ciudadanos blancos tenían mas riesgo de crear un “habito”. El poeta Africaan, Eugene Marais, fue un famoso inyector de morfina toda su vida, y al menos un historiador ha argumentado que la carrera del escritor Olive Schreiner estuvo obstaculizada durante un tiempo debido al consumo excesivo de Clorodina opiada.
El opio también supuso un control del trabajo. A principios de siglo hasta 1910, el Transvaal importo legalmente toneladas de opio para el uso de trabajadores inmigrantes chinos, a los que se les reclutaba para trabajar en las minas de oro. Se legisló un sistema formal de suministro de opio para estos trabajadores y se cultivaron los ingresos a través de una ley de aduanas.
El consumo de opio era completamente legal. Aun así, sobre todo desde 1910, el gobierno sudafricano comenzó a regular todas las formas de venta de opio. La policía se intereso mucho por el opio que se utilizaba para fumar y ocasionalmente asaltaron “guaridas de opio”. En 1910, la policía informó de 6 de esos locales en Ciudad del Cabo. De hecho, todos resultaron ser nada más que habitaciones en domicilios privados. Los propietarios de los salones suministraron opio, junto con las pipas y las lámparas que se utilizaban para fumarlo.
Sus patrocinadores eran una comunidad pequeña y ecléctica. Por ejemplo, William Birch, un jugador “de color” de la compañía Pierrot, traficante de drogas e informante de la policía; Daisy Harris, una camarera de hotel "europea"; El Sr. Kong Lee, quien dirigía una lavandería con su esposa, una "mujer de Santa Elena"; Hamat Rajap, un sastre musulmán; y Richardson (alias "País"), un viajero negro estadounidense.
En los puertos de Cabo, los marineros traían opio y se sabía que los mayordomos del tren lo movían a tierra. Algunos profesionales médicos también se beneficiaron del suministro de opio como actividad secundaria. En Johannesburgo, los que se arriesgaban podrían probar suerte contrabandeando opio indio desde la costa y el puerto de Lourenço Marques (ahora Maputo).
El dominio colonial
Después de 1910, la cantidad de opio en circulación se mantuvo bastante baja. Aun así, las conferencias internacionales en la Haya en 1912 y en 1914 identificaron la Unión de Sudáfrica como una región critica por controlar “drogas peligrosas”. Bordeada por dos océanos, con múltiples puertos y un sector farmacéutico en auge, la Unión recibió instrucciones para adoptar los protocolos que se habían redactado.
Pero Sudáfrica arrastró sus pies. Eso fue hasta la década de 1920 cuando funcionarios del gobierno como Jan Smuts, quien desempeñó el cargo de primer ministro de la Unión, promovieron una legislación restrictiva.
Smuts también fue uno de los arquitectos de la Sociedad de las Naciones. Pronto se dio cuenta de que las campañas internacionales contra las “drogas peligrosas” podrían serle convenientes para lograr sus objetivos políticos.
El gobierno liderado por Smuts obtuvo control de la consumición y producción del cannabis (localmente conocido como “dagga”) dentro de sus fronteras. El cannabis había sido utilizado como medicina e intoxicante recreativo por las comunidades indígenas desde hacia al menos 500 años, pero la visión colonial británica de la planta se entretejió entre narrativas que alimentaron el pánico blanco sobre crimen y control racial.
Sudáfrica pidió que los cuerpos internacionales añadiesen el cannabis a la lista de “drogas peligrosas”. Con el apoyo de Egipto y otras naciones, el cannabis fue – junto con el opio, la heroína y la cocaína – penalizado internacionalmente en 1925.
El gobierno sudafricano también se propuso establecer controles rigurosos en su frontera con Mozambique. Por lo tanto, los impulsos para controlar las "drogas peligrosas", también reforzaron su capacidad de soberanía territorial.
Este artículo ha sido republicado de The Conversation bajo una licencia de Bienes Comunes Creativos. Lee el articulo original.
Este es el Segundo articulo de una serie sobre regímenes de drogas en el sur de África. Están basados en investigación, realizada para una edición especial para el Diario Histórico Sudafricano. Lee el documento completo aquí.
* Thembisa Waetjen, Profesora Asociada de Historia, Universidad de Johannesburgo.