Programa de reducción de daños estonio revierte brillantemente la epidemia de sobredosis

Estonia (y su capital Tallin retratada aquí) registraba la particularidad que el eso de fentanilo, un opioide sintético, era más frecuente que cualquier otra droga entre los usuarios de opioides, lo que creaba serios riesgos para la salud y requería actuar con urgencia. Fuente: Sean Pavone
Estonia, que antiguamente era un crudo ejemplo de los daños causados por los opioides sintéticos, implementó con éxito una serie de programas de reducción de daños que revirtieron una sombría crisis de salud pública de opioides.
Un reciente estudio europeo que evalúa la respuesta de Estonia al aumento – desde el cambio de siglo – de las muertes relacionadas con consumo de drogas muestra cómo la reducción de daños es una parte esencial de cualquier programa de salud pública.
Producido en el marco de un vasto proyecto europeo sobre prevalencia, uso y sobredosis de opioides sintéticos en Europa (llamado SO-PREP), que tiene como objetivo producir recomendaciones basadas en evidencia para prepararse para una posible crisis de opioides sintéticos, el informe sobre la situación en Estonia describió cómo los opioides sintéticos ingresaron al país, y cómo respondió el Instituto Nacional de Salud.
El desafío sintético estonio
Estonia es un particular ejemplo de un mercado en el que los opioides sintéticos han prevalecido más que los opioides convencionales. Las interrupciones en el suministro de heroína afgana hacia Europa a principios del siglo XXI llevaron al uso generalizado de nuevas sustancias psicoactivas, especialmente de fentanilo. Un año después de su introducción en el mercado, el fentanilo había superado a la heroína como el opioide más consumido en el mercado estonio. En su calidad de opioide sintético, se estima que el fentanilo es 100 veces más fuerte que la morfina, y una dosis tan pequeña como 3 mg es suficiente para matar a un adulto. Como resultado, Estonia tuvo la tasa de mortalidad más alta por sobredosis de drogas en Europa entre 2007 y 2017.
Ambas ampollas contienen la dosis de heroína y fentanilo necesarias para matar a un adulto de tamaño medio. Fuente: StatNews
Cuando las muertes por sobredosis de drogas alcanzaron su punto máximo en 2012, se hizo necesario un cambio radical para evitar que esta crisis siguiera aumentando. Aun cuando las personas que consumían fentanilo dejaron naturalmente de inyectarse la droga para comenzar a fumarla, se necesitaban acciones políticas para tomar el control de la narrativa sobre el daño asociado al consumo de drogas y redirigir así el futuro de la nación.
El Instituto Nacional de Estonia para el Desarrollo de la Salud (NIHD) lanzó su programa de prevención de sobredosis en 2013. En particular, este programa introdujo rápidamente la naloxona (un fármaco antagonista de opioides capaz de revertir las sobredosis) en el país, distribuyéndola no sólo a las personas que se inyectan drogas, sino también a sus familias y amigos, a los proveedores de atención médica y cualquier otra organización que entrara habitualmente en contacto con población vulnerable. Aljona Kurbatova, directora de Abuso de Drogas y Enfermedades Infecciosas del NIHD, dijo a TalkingDrugs que “el lanzamiento del programa nacional de naloxona para llevar financiado por el gobierno en 2013 se consideró como uno de los pasos más importantes para resolver la crisis del fentanilo”. El número de muertes por sobredosis disminuyó al mismo tiempo que la distribución de naloxona aumentaba en todo el país.
El programa de naloxona no sólo proporcionó una solución de emergencia para revertir las sobredosis, sino que también involucró a las personas que consumen drogas en la solución. Aljona destacó cómo las personas que consumían drogas se sentían más empoderadas cuando llevaban naloxona, ya que ésta les da la oportunidad de salvar a otros: “Salvar la vida de alguien ha aumentado su [de las personas que consumen drogas] autoestima y su sentido de autovaloración”.
La distribución de naloxona en Estonia ayudó a reducir el número de muertes por sobredosis. Fuente: National Institute for Health Development
El programa de desjudicialización SÜTIK
Los programas de desjudicialización también han sido importantes para proporcionar una alternativa al castigo y brindar apoyo a las personas cuando sea necesario. SÜTIK, un servicio de apoyo social destinado a mejorar la calidad de vida de las personas que consumen drogas, fue adaptado de un programa estadounidense y desplegado por las fuerzas del orden y los funcionarios de salud en 2018. Como alternativa al castigo, los agentes de policía pueden derivar a las personas que han cometido un delito relacionado con las drogas con un "par" de apoyo. Este par, que es empleado directo de SÜTIK, apoyará a los clientes escuchándolos, brindando soluciones a sus problemas y alentándolos a adoptar comportamientos de consumo de drogas menos riesgosos. Los objetivos a corto y largo plazo se establecen entre ambas partes durante al menos 12 meses, siendo el par quien indica al cliente los servicios sociales y económicos que pueden ayudarlo en su recuperación.
Los pares de SÜTIK han pasado por experiencias similares en el uso de drogas y pueden escuchar y asesorar a las personas, orientándolas en el acceso a los servicios sociales si es necesario. Dichos servicios de apoyo, más allá de ayudar a las personas a acceder a servicios psicológicos y sociales, y a programas de reducción de daños, ayudan a construir una relación de confianza y sin prejuicios con personas que a menudo han sido privadas de sus derechos por la sociedad.
¿Qué depara el futuro?
Los programas de reducción de daños han demostrado su eficacia para reducir las muertes por sobredosis. Sin embargo, se puede hacer más para consolidar estas mejorías. Mart Kalvet, miembro de la ONG LUNEST (la Asociación Estonia de Usuarios de Sustancias Psicotrópicas) dijo que están abogando encarecidamente por la creación de salas de consumo asistido de drogas en todo el país, como una forma de reunir los servicios de reducción de daños en un mismo espacio físico. También abogan por la abolición de las sanciones penales por posesión de drogas, lo que ha demostrado mejorar los resultados de salud de las personas que consumen drogas.
Desde el NIHD, Aljona mencionó que este año se lanzaría una nueva política de drogas en Estonia, que enfatizaría la necesidad de soluciones y defensores centrados en las personas, avanzando así hacia la erradicación del lenguaje estigmatizador del discurso público. La respuesta del público hacia los proyectos de reducción de daños ha sido globalmente positiva debido a su eficacia en la reducción de sobredosis. Cada vez más, el consumo problemático de drogas se considera más un problema de salud mental que un comportamiento delictivo.
Aunque se requieren más avances para normalizar el uso de drogas y mejorar el acceso a los servicios de reducción de daños, el ejemplo de Estonia sobre cómo revertir una crisis de salud pública tan grave es encomiable y debería ser tomado como referencia por el Reino Unido, los EE. UU. y otras jurisdicciones que experimenten una crisis de sobredosis de opioides.