Prohibir el GHB en fiestas electrónicas es peligroso

Fotografía de la fila a la entrada del club Berghain. Fuente: Michael Mayer vía Flickr/Creative Commons

El GHB y el GBL son depresores del sistema nervioso central, como el alcohol, y producen una intoxicación similar a éste. El GHB es un químico producido naturalmente por el cerebro humano, mientras que el GBL es un producto sintético que puede ser convertido en GHB manual o metabólicamente. GHB es más conocido en los EE. UU., mientras que el GBL es más popular en Europa. G, nombre coloquial con que ambas drogas son conocidas, es comúnmente disuelto en agua, vendido como un líquido transparente y consumido por vía oral.

 

 

Me escabullí de la cabina de un baño subterráneo con poca luz en un vistoso restaurant de Brooklyn, deslizando una botella de vidrio esmerilado y una jeringa rosada de 3 mililitros en la mano de mi amiga que tomaba rápidamente el relevo. Me ardía la boca, y una irritación comenzaba a aparecer en el costado de mi lengua. Acababa de tragarme una dosis de “G” - probablemente una combinación de GHB y su precursor más potente, el GBL – sin agua o 7-Up como hago de costumbre.

El GHB y el GBL son depresores del sistema nervioso central, como el alcohol, y producen una intoxicación similar a éste. El GHB es un químico producido naturalmente por el cerebro humano, mientras que el GBL es un producto sintético que puede ser convertido en GHB manual o metabólicamente. El GHB es más conocido en los EE. UU., mientras que el GBL es más popular en Europa. G, nombre coloquial con que ambas drogas son conocidas, es comúnmente disuelto en agua, vendido como un líquido transparente y consumido por vía oral.

No podía dar sorbos lentamente como suelo hacer. Mi amiga tampoco. Y eso, porque estábamos a mediados de enero en la popular fiesta electrónica queer llamada Unter en Nueva York, la cual tiene una severa política anti-G. La guardarropía tenía un símbolo con un gran GHB tachado, instando a los asistentes a “¡MANTENER EL GHB+GBL FUERA!”, y advirtiendo que “EL GHB ESTÁ DAÑANDO ACTIVAMENTE LA GRAN COMUNIDAD DE LAS FIESTAS ELECTRÓNICAS”.

Los datos sobre daños producidos por el G entre neoyorkinos son escasos. El departamento de Salud e Higiene Mental de la ciudad de Nueva York no estaba disponible para dar información al momento de publicar este artículo. Pero en Londres, las sobredosis con resultado de muerte y las agresiones sexuales vinculadas al uso de G parecen ir en aumento. Según una investigación de BuzzFeed News UK, más de un cuarto de los homosexuales británicos reportan conocer a alguien que haya muerto como consecuencia de una sobredosis fatal de G, y una proporción equivalente dice haber sufrido abuso sexual bajo el efecto del G.

Querer prevenir los daños producidos por el G es loable. Desafortunadamente, no estoy segura de que la política de Unter esté lográndolo.

Consumí rápidamente mi dosis en una cabina oscura porque quería quedarme en la fiesta. Las chicas trans como mi amiga y yo entramos gratis, y la música es buena. No quería enfrentar la punitiva consecuencia que el cartel prometía: “EL USO O POSESIÓN DE GHL+GBL EN UNTER SERÁ SANCIONADO CON LA EXPULSIÓN”. La última palabra estaba escrita en grande, por si alguien no entendía el mensaje.

Mi amiga salió de la cabina con una gran sonrisa en la cara. ¿Cuánto tomaste?, pregunté curiosa. En el pasado me he preocupado de medir sus dosis.

“Mmm..., dos mililitros, creo”, respondió. “No estoy muy segura”.

Cuando consumes G, conocer la dosis exacta es clave para pasar un buen momento. Medio mililitro demás suele hacer la diferencia entre una cálida sensación de vaguedad, similar a la producida por el alcohol o el éxtasis, y la mortífera lenta respiración de la sobredosis.

 

Treinta minutos después, cuando el G le tocó, mi amiga comenzó a sentir náuseas. “Creo que necesito sentarme.”

 

En ocasiones anteriores, compartí con mi amiga datos y trucos para un uso seguro del G: primero sacude el cuentagotas ya que el G tiende a depositarse en el fondo, lo que vuelve las dosis finales extra potentes; extrae una dosis exacta (para mi amiga probablemente 1 o 1,5 mililitros); vuelve a ingerir la mitad de la primera dosis sólo después de dos horas; nunca mezcles con alcohol o ketamina.

Quizás algunos de estos consejos escaparon de su mente. Después de todo, sólo queríamos entrar y salir del baño sin ser descubiertas.

Treinta minutos después, cuando el G le tocó, mi amiga comenzó a sentir náuseas. “Creo que necesito sentarme”, me dijo.

De pronto vomitó en el basurero situado al costado de la pista de baile. Miré alrededor para ver si alguien lo había notado. Fui a buscarle agua. Sólo había agua para la venta, no había agua gratis.

Afortunadamente sus náuseas no fueron más que la consecuencia cabal de una dosis excesiva, pero pudo haber sido mucho peor.

 

Los daños causados por la prohibición del G

 

No está claro cuánta gente –si la hay- ha sido expulsada de Unter o de su nueva fiesta hermana, Large Marge, como resultado de la política anti-G. Pero según mi experiencia, dicha política no detiene el consumo.

Por el contrario, esta política produce miedo a la humillación y a la expulsión, generando un uso más riesgoso de una droga que requiere dosificación precisa. Puesto que mi amiga y yo estábamos ansiosas porque no queríamos que nos descubrieran, dosificamos por separado, sin consultarnos abiertamente la una a la otra por temor a que alguien nos escuchara. Ni siquiera pensamos en enviarnos un mensaje de texto pues sólo queríamos deshacernos rápido del asunto.

Esta política también puede tener un impacto en la forma en que la gente reacciona cuando algo efectivamente va mal.

Según contaron Filter Inês Macedo y Mariana Cunha de Kosmicare, una organización portuguesa de reducción de daños, “bajo una amenaza de expulsión de por vida, es menos probable que llames a una ambulancia para asistir a un amigo o que alertes al equipo de seguridad. Vemos que la gente trata de ocultar la situación y de lidiar de forma independiente con casos que pueden ser de vida o muerte”. “Si miramos los reportes de muertes asociadas a GBL/GHB, vemos que casi todos los casos ocurren cuando hay uso de G mezclado con otras drogas o mientras se duerme para recuperarse; ambas son formas muy comunes de evitar delatar el uso de GHB frente a los organizadores”.

 

“La prohibición del uso de GBL/GHB es la actitud predominante entre los organizadores de fiestas electrónicas”

 

La política prohibicionista no parece estar teniendo el efecto esperado. Anecdóticamente, otros asistentes siguen usando el sedante. En Large Marge, que tuvo lugar el 18 de enero, un asistente me habló abiertamente sobre cómo él y sus amigos estaban “en G”, y así simpatizamos.

Lo mismo parece ocurrir con otras fiestas y contextos. “Si me gusta el G y frecuento saunas, encontraré el modo de hacerlo”, dice Ignacio Labayen De Inza (quien trabaja en reducción de daños en el contexto chemsex en Londres) a propósito de los establecimientos que implementan políticas de “cero G”. “Dos o tres años atrás revisaban, pero igual se podía ver gente ingresándolo”.

Seva Granik, el organizador de Unter y Large Marge, declinó hacer declaraciones sobre el tema al ser requerido por Filter. Pero el origen de la política de Unter parece enraizado en el legado cultural de las fiestas electrónicas queer.

“En Berlín hay una maldita prohibición del GHB y te echan si te cogen con él o si te pillan en sobredosis”, escribió un usuario de Reddit en 2018.

“He escuchado que hace unos años alguien había muerto en el club tras haber mezclado G con alcohol. Al parecer asumen que la gente no podrá consumirlo de forma segura y se joderá, o lo usará de forma nefasta picando la bebida de alguien con G (lo que ocurre ocasionalmente, creo)”, posteó otro usuario de Reddit refiriéndose a Berghain, el club techno más famoso del mundo.

El legendario club ha sido acusado de responder con violencia a los casos de clientes intoxicados con G, según afirmaba una colaboradora de Medium en 2018.

El sentimiento anti-GHB se viene dejando sentir desde hace un tiempo en Europa occidental. En 2009, una fiesta londinense advertía: “mantengan el GHB & el GBL fuera de nuestros clubes”. En 2010, un evento berlinés exhortaba: “NO DEN GHB!! Cuídense a sí mismos, a sus amigos y a terceros”, según el traductor de Google. Otra fiesta berlinesa declaraba en 2007: “NO G.H.B.”

“La prohibición del uso de GBL/GHB es la actitud predominante entre los organizadores de fiestas electrónicas, y Portugal está siguiendo esa tendencia general”, dicen Macedo y Kunha. “En Lisboa, uno de los clubes más conocidos de la ciudad tiene una campaña contra el uso de G desde 2018, mientras que otros bares queer/gay, saunas y salas de espectáculos también están adoptando una política de tolerancia cero. Quienes asisten a fiestas electrónicas hablan de ríspidas reacciones de parte del equipo frente a casos que involucran GBL/GHB, dejando ver la estigmatización y marginalización que afecta a sus consumidores, incluso en recintos privados”.

La política sobre GHB/GBL de Unter parece haber sido introducida por primera vez en octubre 2018, durante una fiesta en que se presentaban dos residentes de Berghain, y en cuyo afiche se leía: “Quien sea visto en posesión, consumiendo o participando en el consumo de GBL o GHB, un químico potencialmente mortífero, será escoltado rápidamente hacia la salida y quedará excluido de por vida de futuros eventos de Unter”.  

 

Excepcionalidad y distorsión

 

La política de Unter no hace referencia a ninguna otra sustancia. Además, al dar un trato excepcional al G, dichas políticas distorsionan las percepciones sobre los daños que este último puede provocar.

En 2006, el parlamento británico estableció que el GHB/GBL era mucho menos peligroso que la mayoría de las drogas de fiesta, incluida la cocaína, el alcohol, la ketamina, las benzodiazepinas, las anfetaminas, el cannabis y el LSD. GHB recibió la segunda clasificación más baja de daño físico (incluyendo daño crónico y severo) en un estudio encargado por el Comité de Ciencia y Tecnología de la Cámara de los Comunes, en el cual doctores, psiquiatras y epidemiólogos evaluaron el daño físico, el riesgo de dependencia y los daños sociales asociados al uso de una lista de 20 drogas.

Y mientras el GHB/GBL es señalado como peligroso, las políticas de los clubes nocturnos no mencionan otras drogas vinculadas con decesos en clubes de Berlín. Según afirmaban dos fuentes en 2019, en una sola noche en Berghain, tres personas murieron producto del consumo de pastillas vendidas como éxtasis. En 2017, fue confirmada la muerte de un turista norteamericano luego de haber tomado una de dichas pastillas.

 

El menor número de prohibiciones en EE. UU. puede deberse a la relativa falta de cobertura mediática

 

El nivel de prohibición del G en fiestas electrónicas de EE. UU. es mucho menor que en Europa. Pero las fiestas neoyorkinas Unter y Large Marge no son los únicos ejemplos. En 2018, una fiesta en San Francisco anunciaba: “TOLERANCIA CERO AL GHB / SERVICIOS DE SEGURIDAD EFECTUARAN CONTROLES”. En 2017, una fiesta de Los Ángeles informaba a los potenciales asistentes: “Estamos hartos de llamar a la ambulancia, por tanto, estaremos controlando la presencia de GHB en la entrada” y “Si tenemos que expulsarte del evento por estar consumiendo GHB, tú y los integrantes de tu grupo serán agregados a la lista negra para futuros eventos. Ocúpate de tu mierda””, según indica un reporte de Vice.

El menor número de prohibiciones en EE. UU. puede deberse a la relativa falta de cobertura mediática existente allí, contrariamente a la gran difamación y demonización propagada por los medios británicos. En el Reino Unido, el G se ha ganado una pésima reputación pública debido a su uso como droga de “cita-violación" por parte de varios violadores y asesinos en serie.

Labayen De Inza dice entender por qué el comercio implementa tales políticas prohibicionistas. “Cuando se trata del G, la tolerancia es menor ya que si alguien muere en mi local, puedo perder mi licencia comercial. Creo que se trata más de protegerse a sí mismos que de castigar a los demás”.

Macedo and Cunha también entienden este razonamiento, aun cuando lo rebaten firmemente. “Somos conscientes del impacto negativo que el GBL/GHB tiene en los clubes, tales como altas multas e incluso el riesgo de clausura, pero no creemos que el prohibicionismo sea una solución viable”, dicen. “Creemos que la defensa de la prohibición de las drogas hace que los dueños de clubes y los organizadores de fiestas se sientan mejor, ya que piensan que están ‘haciendo algo’ para enfrentar la situación, y que eso los exculpa de cualquier responsabilidad en las muertes u otras consecuencias graves”.

 

Extendiendo la reducción de daños al G

 

Cierto espacio para la reducción de daños ha comenzado a abrirse en la vida nocturna queer. El 20 de enero en Lisboa, Kosmicare facilitó la realización de una discusión sobre el G en el preámbulo de una fiesta; éste fue descrito por los organizadores como “una droga que está causando revuelo al interior de las comunidades queer asiduas a fiestas electrónicas debido a un uso que cae fácilmente en la sobredosificación - conocida comúnmente como “colapso”- muy ligado a prácticas sexuales, y envuelto en un halo de mitos y confusión”.

“Nos gustaría que los organizadores de fiestas electrónicas manejen el uso de GHB siguiendo los principios de la reducción de daños, en lo posible en colaboración con equipos especializados, para trabajar juntos en campañas que tomen en consideración literatura reciente, evidencia científica, buenas prácticas y reportes de experiencias de usuarios”, dice Macedo and Cunha.

Ellas recomiendan que los organizadores de fiestas “informen sobre daño potencial, riesgos y efectos placenteros de forma clara, directa y libre de consideraciones morales”. Las campañas de comunicación deberían informar sobre cómo actuar en caso de sobredosis y advertir a los usuarios para que “eviten mezclar el G con alcohol, ya que éste aumenta enormemente el riesgo de colapso/sobredosis”, dicen. Distribuir jeringas dosificadoras y proveer servicios de testeo de drogas también podría ser útil.

Algunas fiestas y clubes están combinando mensajes de reducción de daños y prohibicionismo. En la ciudad de Nueva York, el colectivo de fiestas queer Discakes promocionó servicios de reducción de daños para el uso de G en preparación a su Fiesta de Año Nuevo 2019. Discakes posteó en su cuenta Instagram material educativo elaborado por DanceSafe sobre dosificación, cronometraje y primeros auxilios.

También agregaron la leyenda: “Por razones de seguridad relativas a sobredosis, no recomendamos el uso de GHB en nuestra Fiesta de Año Nuevo”, única advertencia prohibitiva dada sobre una droga, que no fue incluida en el mensaje de reducción de daños publicado en relación con el uso de metanfetamina y cocaína.

Incluso en algunos clubes europeos que prohíben el uso de G, se ha reportado la habilitación de cuartos para clientes que sufran un colapso o sobredosis de G. “Si alguien no está plenamente despierto o consciente, y yo trabajo en un club, se tiende a disponer de un espacio médico donde mantenerlo. Y cuando la persona comienza a sentirse mejor, se le indica que se vaya”, dice Labayen De Inza. Para él, ese es un paso en la dirección correcta; “la gente que consume drogas siempre encuentra la forma de hacerlo”, dice.

 

“Lo más importante es la información. No sólo sobre cómo esta droga funciona. Sino también sobre cómo funciona la gente”

 

Labayen De Inza ha visto el lado oscuro de las prohibiciones. “Varios años atrás, por el año 2009, escuché de un tipo que dejaron en la calle y murió. En ese tiempo había poca información”. Casos como éste son la base para las prácticas y la educación que él considera que los organizadores deberían adoptar.

“Lo más importante es la información”, enfatiza. “No sólo sobre cómo esta droga funciona. Sino también sobre cómo funciona la gente. No todo el mundo va a estar bien. A veces la gente tiene sus propias estrategias. Cada uno tiene que hacerse responsable de su seguridad”.

En enero, GCN, un medio LGBTQ irlandés independiente, publicó a una útil guía de uso seguro.

Luke Howard, un DJ que alguna vez trabajó para London Friend´s Antidote, un programa LGBTQ para tratamiento de adicciones, concuerda con la mirada de la reducción de daños. “Para mí es preocupante escuchar esas historias anecdóticas respecto a sobredosis de G en Nueva York o Berlín, porque siento que si la gente no sabe qué consejo dar o cómo tratar a otros, entonces veremos más muertes y más clubes cerrando”, afirmaba Howard a Vice en 2017. Pero lo que se requiere es una respuesta positiva. No deberíamos estigmatizar o marginalizar a la gente. Convertirlos en ‘gente indeseable’ no resuelve el problema”.

 

 

Este artículo fue originalmente publicado por Filter, una revista online que aborda temas de uso de drogas, políticas de drogas y derechos humanos desde de la perspectiva de la reducción de daños. Siga a Filter en Facebook o Twitter, o suscríbase para recibir la newsletter.

*Sessi Kuwabara Blanchard es una escritora y organizadora interesada en crítica cultural, política trasnacional y en la forma en que las sustancias bajo control internacional son comercializadas, reglamentadas y consumidas. Habiendo obtenido recientemente un grado académico en Filosofía y Estudios de Mujeres del Vassar College, Sessi ha lanzado una rápida carrera de escritora, con trabajos publicados en Broadly, i-D, Pitchfork entre otros. Sessi es colaboradora permanente de Filter.