Las Mujeres de la Ronda: Cómo Las Madres Filipinas Enfrentaron la Guerra Contra las Drogas

Un grupo de madres afectadas por la violenta guerra contra las drogas en Filipinas muestran una alternativa.

Un grupo de madres que han sido afectadas por la violenta guerra contra las drogas en Filipinas demostraron cómo el cuidado comunitario puede ser mejor alternativa que los asesinatos. Las autodenominadas “ronda girls” esperan que las recientes elecciones nacionales sean una oportunidad para alejarse de la violencia del régimen de Duterte.

Seis años después de que el presidente Rodrigo Duterte iniciara la guerra contra las drogas, la situación del país está lejos de ser la “Filipinas sin drogas” que él prometió al comienzo de su mandato. Duterte con su guerra contra las drogas deja un legado de violencia. La guerra ha resultado en la muerte de 30,000 personas, principalmente hombres de comunidades empobrecidas. Más allá de las ejecuciones extrajudiciales, los daños infligidos por Oplan Tokhang (nombre del programa antidrogas que ha sido el estandarte de Duterte) también los sienten las familias que han sido dejadas atrás: las mujeres y niñxs que sufren traumas y la pobreza exacerbada por la guerra contra las drogas. A pesar de todo el derramamiento de sangre, la guerra contra las drogas todavía se percibía como una política popular entre los filipinos, junto con toda la controversia acerca del liderazgo de Duterte.

Mientras que Duterte percibía a las personas usuarias de drogas como animales que no merecen vivir, el consumo de drogas como un problema criminal y toda la fuerza de la guerra como el único medio para resolver la "crisis de las drogas" del país, un grupo de mujeres en Pateros mostró de qué manera el cuidado y la compasión pueden traer paz y orden a las comunidades. Este grupo de 35 mujeres, compuesto en su mayoría por madres y abuelas, se autodenomina Ronda ng Kababaihan, o Patrulla de Mujeres. Son una organización de voluntarias en Sitio Pagkakaisa, Pateros, las cuales se dedican a imponer los lineamientos de la ciudad en su pueblo, mediante la realización de patrullas nocturnas. En lugar de hacer uso de la fuerza y ​​utlizar pistolas, las mujeres se arman solamente con su autoridad moral como madres y la buena relación que tienen con el vecindario. 

El nacimiento de la organización se remonta a la noche del 14 de diciembre de 2016, cuando dos vecinos fueron asesinados por vigilantes conocidos como Bonnet Gang. Este fue el primer caso de ejecución extrajudicial en Sitio Pagkakaisa, y una clara señal de que la guerra contra las drogas se había infiltrado en su comunidad. Durante ese tiempo, Bonnet Gang mató a 60 “sospechosos de drogas” en Pateros, solo ocho meses después de que Duterte asumiera el cargo.

La ejecución de sus vecinos traumatizó mucho a las personas del pueblo. Las madres describieron cómo sus hijos gritaban: “¡May bonnet! ¡May Bonnet!” solo al ver a alguien con casco o por el sonido de una motocicleta en la calle. Ellas explicaron también cómo sus esposos e hijos prefieren dormir en su lugar de trabajo que ser vistos caminando afuera por la noche. Las madres narraron cómo Sitio Pagkakaisa se convirtió en un pueblo fantasma durante ese diciembre. Nadie se atrevía a salir cuando caía la noche por temor a ser la próxima víctima del tokhang. La única presencia valiente en las calles era la de las madres, que esperaban pacientemente que sus esposos e hijos regresaran a casa sanos y salvos del trabajo cada noche.

Fue en estas circunstancias que las mujeres de Pateros se vieron obligadas a tomar medidas, a través de patrullas nocturnas y toques de queda impuestos, para despejar las calles de posibles objetivos de tokhang. Desde su perspectiva, y dado que ya hacían rondas afuera, consideraron que también podrían trabajar en conjunto para garantizar la seguridad de su vecindario.

Las mujeres estaban motivadas y voluntariamente se ofrecerían a patrullar para proteger a sus esposos e hijos de ser confundidos por otra persona, de balas perdidas y asesinatos por drogas. Ellas estaban en contra de la violencia provocada por Oplan Tokhang y su trato inhumano a las personas acusadas de usar drogas. La líder de ronda girls explicó: “Dios perdona; ¿Por qué no darles la oportunidad de cambiar? ¿Por qué no dejar que vayan a rehabilitación? Sin embargo, su juicio es el castigo más atroz. A pesar de sus súplicas desesperadas, te darás cuenta de que ya han sido asesinados”.

 

Las ronda girls patrullando con la Policía Nacional de Filipinas. Fuente: Facebook

 

La guerra contra las drogas, que ha sido librada contra hombres en comunidades empobrecidas como Sitio Pagkakaisa, significó que no quedara nadie, o ninguno lo suficientemente valiente, para patrullar las calles. Y como alguien debía cuidar el vecindario por la noche para evitar más ataques de los vigilantes, ese fue precisamente el espacio; simbólico y literal, que ellas tomaron en su pueblo al asumir la responsabilidad como ronda girls, un deber que solo las mujeres podían llevar a cabo. Como recuerda una de sus integrantes más antiguas: “El grupo se creó porque los hombres tenían miedo, ¿verdad? Las mujeres debían montar la guardia”.

El deber cívico de las ronda girls trascendió más allá de resistir la violencia relacionada con las drogas. Estas mujeres también ampliaron su voluntariado a través de su apoyo en funerales, fiestas, programas de sensibilización y otros eventos del municipio, todos orientados al servicio público. Además, ellas se asociaron con la policía local para mantener la paz y el orden, patrullando lado a lado en las calles de Sitio Pagkakaisa. Incluso con el surgimiento de la pandemia de COVID-19, cuando Filipinas se fue a confinamiento, Ronda ng Kababaihan trabajaron en la primera línea frente a la pandemia, continuando con sus patrullajes para ayudar con la imposición del toque de queda y para hacer cumplir los mandatos del uso de mascarillas en su vecindario.

A pesar de que la policía les había otorgado a las ronda girls la autoridad para emitir multas a las personas que violaban los protocolos de salud, las mujeres se negaron a hacerlo por temor a que se generara un conflicto entre vecinos y las vieran como enemigas. 

En cambio, ellas prefirieron confiar en la comunicación; llamarles la atención a quienes cometían una infracción, recordarles los lineamientos gubernamentales y darles la oportunidad de corregir su comportamiento antes de que pudieran llamar la atención de la policía. 

Durante el apogeo de Oplan Tokhang, ellas, de igual manera, confiaron en mantener una relación de cooperación en Sitio Pagkakaisa, y que esa relación estuviera anclada en el entendimiento, confianza y el respeto. Esta forma de vincularse desde el género, (arraigado en su papel como madres y en su práctica de la maternidad) les permitió obtener el apoyo de su comunidad y de la policía. Y algo aún más importante es que a través de su larga dedicación a las tareas de patrullaje, lograron garantizar que el tokhang de 2016 fuera el primero y el último asesinato que sufriría su vecindario.

 La valentía y el compromiso con la seguridad de su pueblo que tuvieron estas madres y abuelas fue reconocida como una de las “mejores prácticas” por la policía de Pateros, dadas sus contribuciones a la reducción del crimen y el aumento de la confianza en la policía dentro de su comunidad.

 


 

En las recién concluidas elecciones nacionales de 2022, las mujeres de Pateros también participaron voluntariamente en la campaña con la esperanza de elegir a un líder que acabara con las muertes por drogas y valorara la vida de las personas pobres. La mayoría de sus miembros votaron por el vicepresidente Leni Robredo, quien apoyó la iniciativa de Ronda ng Kababaihan desde 2018. Si bien la elección de Ferdinand “Bongbong” Marcos Jr. las consternó, solo podían aceptar el resultado y esperar que la nueva administración se enfocara en el bienestar de los filipinos.

En cuanto a la líder de las ronda girls, lo que ella espera es que la administración entrante no continúe con la cruel guerra contra las drogas del presidente Duterte. Agregó: “Espero que él [“Bongbong” Marcos Jr.] tenga su propia mentalidad y que no sea un títere de la administración saliente”. Algunas de las mujeres desconfiaban de la posibilidad inminente de que Sara Duterte, la hija del presidente saliente asuma el cargo ejecutivo si hay algún intento de destituir a Marcos Jr., de forma similar a lo que le sucedió al expresidente Joseph Estrada en 2001

Para ellas, otro Duterte como presidente significaría otro período desgarrador de asesinatos sin sentido. Desde la perspectiva de las mujeres, es preferible un Marcos a otro Duterte sentado en el máximo cargo.

Con la entrada de la nueva administración, las madres y abuelas de Ronda ng Kababaihan aún tienen la intención de continuar con sus funciones como vigilantes nocturnas de Sitio Pagkakaisa. Mientras puedan y mientras tengan apoyo, seguirán sacrificando sus noches por un Pateros más seguro. 

Si bien el caso de las madres Pateros sirve como testimonio de que la paz y el orden dentro de una comunidad se pueden lograr a través del cuidado de una madre, no se debe ignorar el hecho de que el gobierno subcontrata y explota el trabajo no remunerado de las mujeres pobres en zonas urbanas para el control social. Para garantizar la longevidad de su trabajo de base, el gobierno local de Pateros debe comprometerse con el empoderamiento de la participación de las mujeres, institucionalizando su organización y extendiendo el apoyo a sus integrantes mediante alguna remuneración y el equipo necesario para los patrullajes nocturnos.

Como dice el dicho, “se necesita un pueblo para criar a un niño”. En el caso de Ronda ng Kababaihan, mostraron cómo en medio de una crisis de derechos humanos, se necesita un pueblo dirigido por madres intrépidas para proteger la vida de cada hombre y niñx.

*Marielle Y. Marcaida es asistente de profesor en el Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Filipinas en Dilimán. Su investigación se enfoca en el activismo político, políticas maternales, y la guerra contra las drogas en Filipinas.