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Cómo el cultivo de coca podría fortalecer a Colombia

A medida que Colombia transita hacia la paz, los agricultores y plantaciones de coca podrían desempeñar un papel fundamental en el progreso del país hacia la sostenibilidad y la inclusión. Un nuevo informe publicado por Open Society Foundations, Industrialización de la coca: un camino hacia la innovación, el desarrollo y la paz en Colombia, explora el potencial que ofrece la planta de coca.

Durante miles de años, la planta de coca (especies de Erythroxylum) ha sido considerado un cultivo sagrado en la región andina. Ha sido utilizado por los pueblos indígenas como alimento nutritivo, como medicina e incluso como moneda. Por el contrario, el uso del derivado más famoso de la coca, la cocaína, es un fenómeno relativamente nuevo que se aparta en gran medida del uso tradicional de la planta.

La cruzada internacional contra el cannabis, el opio y la coca, iniciada en el s.th Century, tuvo un gran impacto en el enfoque colombiano de la planta y sus derivados. En 1961, la ONU promulgó la Convención Única sobre Estupefacientes, que exigía que los estados “hicieran cumplir el desarraigo de todos los arbustos de coca que crecen silvestres […], destruir los arbustos de coca si se cultivan ilegalmente”. El documento también establece que “la masticación de la hoja de coca debe ser abolida en un plazo de veinticinco años”.

La ratificación de esta convención fue seguida por la quema sistemática de cultivos y la fumigación aérea de los cultivos de coca, lo que generó innumerables problemas para los agricultores y las comunidades locales. Esta última práctica es particularmente peligroso, ya que disipa sustancias químicas en el suelo y las reservas de agua, envenenando alimentos, agua y animales.

En la década de 1990 y principios de la de 2000, la Constitución colombiana y múltiples sentencias judiciales reconocieron que los pueblos indígenas tienen derecho a un medio ambiente sostenible y saludable y a la participación en las decisiones que afectan su bienestar diario. Con este reconocimiento en la mano, varias comunidades recuperaron la confianza para practicar las tradiciones del cultivo de la coca. No obstante, la autoridad nacional de alimentos y medicamentos INVIMA, desafiando múltiples sentencias judiciales y estatales, se niega a emitir certificaciones para productos de coca y emite advertencias contra su uso. Esto impide que los agricultores locales pongan sus productos a disposición de los supermercados y farmacias.

Otros países latinoamericanos productores de coca, incluidos Perú y Bolivia, han reconocido la importancia de remodelar sus accesos a la planta de coca y facilitar la producción de productos de coca por parte de empresas legítimas. La Compañía Nacional de la Coca del Perú y el Viceministerio de la Hoja de Coca de Bolivia son dos ejemplos de proyectos de industrialización de la coca que brindan medios de vida sostenibles y rentables a los cultivadores de coca, produciendo más de 150 productos entre ellos.

Mientras Colombia se esfuerza por mantener la estabilidad sobre un frágil acuerdo de paz, regular el comercio de coca podría ofrecer profundos beneficios al país. Al cambiar el cultivo de coca hacia productos legítimos, rentables y competitivos, los cultivadores de coca podrían fortalecerse económicamente y reafirmar su identidad y relación con las autoridades locales. Con una creciente voluntad política para reconocer las propiedades tradicionales y beneficiosas de la planta de coca, la industrialización del cultivo podría ser un enfoque sostenible para mejorar la integración económica y el crecimiento. Además, combatiría la estigmatización de la planta de coca y la reafirmaría como uno de los bienes más preciados de Colombia.

A medida que Colombia continúa experimentando cambios sociales y políticos, una mayor legitimación de la planta de coca ayudaría a mejorar la inclusión y la sostenibilidad para todos, en particular para las comunidades indígenas.

Lea el nuevo informe de Open Society Foundations: Industrialización de la coca: un camino hacia la innovación, el desarrollo y la paz en Colombia

 

*Karen Mamo tiene una maestría en Resolución de Conflictos y Seguridad en el Mediterráneo y un gran interés en la reforma de las políticas de drogas.

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