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El caso de la regulación del cannabis en Portugal

Portugal ha sido un brillante ejemplo del éxito de la reforma de la política de drogas, pero su modelo de despenalización todavía tiene sus inconvenientes, algo que podría resolverse mediante la exploración de un mercado regulado.

El 7 de mayo, los ciudadanos saldrán a las calles de Oporto, la segunda ciudad más grande de Portugal, para exigir que se legalice y regule el cannabis. Los organizadores del evento, un colectivo de base conocido como “Legalización del Cannabis y sus Derivados”, estado que los crecientes niveles de adulteración y la falta de garantías de calidad del cannabis ponen en riesgo a los usuarios, algo que podría mitigarse a través de un mercado regulado. También proponen la creación de establecimientos de titularidad privada donde sería legal la venta y el consumo de cannabis.

Portugal es, por supuesto, famoso por su modelo de despenalización de las drogas, considerado pionero en la reforma de la ley de drogas desde que implementó estos cambios de política en 2001. Sin embargo, este modelo solo llega hasta cierto punto, ya que la producción y el suministro de drogas siguen siendo un delito. delito, y los recursos aún se canalizan a la vigilancia de los delitos de posesión.

Bajo las leyes de despenalización del país, una persona sorprendida con drogas puede recibir una citación remitiéndola a una “comisión de disuasión” (CDT), un panel de tres personas que evalúa el nivel de riesgo asociado con el uso de una persona. Los CDT pueden ordenar tratamiento si lo consideran necesario, o imponer servicio comunitario o sanciones administrativas.

Basado en datos de 2013, 82 por ciento de todos los delitos procesados ​​por los CDT ese año fueron por cannabis, frente al 64 por ciento de todos los delitos en 2007. Además, de los casi 9,000 CDT procesados ​​en 2013, el 83 por ciento fueron suspendido provisionalmente, planteando la pregunta: ¿podrían utilizarse mejor estos recursos?

Portugal ha sido una de las economías europeas más afectadas en lo que respecta a la reciente recesión económica mundial, y muchos servicios han tenido que absorber los recortes de financiación. La creación de un mercado regulado para el cannabis podría aliviar significativamente la carga administrativa impuesta a los CDT y a los organismos públicos responsables de implementar la despenalización.

No solo esto, sino que la regulación del cannabis beneficiaría al estado a largo plazo al proporcionar una nueva fuente de ingresos a través de los impuestos sobre las ventas. Estos recursos podrían canalizarse hacia las instituciones de salud pública, y en particular hacia la Dirección General de Intervención en Conductas Adictivas y Dependencias (SICAD), organismo encargado de coordinar la política de drogas del país.

Sobre todo, la regulación protegería la salud de los consumidores de cannabis al garantizar que supieran exactamente lo que estaban comprando. De hecho, el año pasado la policía en Lisboa lultimo año comentado cómo algunos traficantes estaban engañando a los clientes vendiéndoles sustancias comercializadas como hachís que resultó ser algo completamente diferente. 

Portugal ha visto enormes éxitos a través de su modelo de despenalización y la inversión simultánea en la reducción de daños. Sin embargo, la innovación de políticas no debe detenerse aquí, ya que se pueden generar beneficios aún mayores tanto para el estado como para la sociedad en su conjunto si se comienzan a explorar los mercados regulados. 

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