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Estado de shock: el descenso de Ecuador a la narcoviolencia

A principios de enero, un serie de eventos muy públicos y violentos en todo el Ecuador, lamentablemente, tardó mucho en llegar; fue producto del continuo fracaso de las estrategias de seguridad y control de drogas del pasado que no lograron mantener a los ciudadanos a salvo de la violencia relacionada con los cárteles. El enfoque actual hacia las drogas es en parte culpable del fortalecimiento de nuevos grupos criminales vinculados a cárteles internacionales.

A finales de 2023, y en sus primeras horas como presidente, Daniel Noboa indicó lo que vendría durante su gestión. Su primera medida fue un mandato para derogar las Tablas de Umbrales de Drogas, prometiendo que resolvería parcialmente la actual crisis de violencia y seguridad. El tablas, implementado por primera vez por el gobierno de Rafael Correa (2007-2017), estableció pautas de sentencia para ayudar a diferenciar entre posesión para consumo personal y microtráfico.

“La mesa no es más que una herramienta jurídica para que los jueces diferencien entre consumidores y traficantes”, dijo a TalkingDrugs Ramiro Ávila Santamaría, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Andina Simón Bolívar.

Si bien fue un paso inicial hacia un enfoque de control de drogas centrado en la salud, se convirtió en un chivo expiatorio político de la inseguridad del Ecuador; Revocar la mesa fue la primera víctima de la nueva guerra contra las drogas de Noboa.

A través de TikTok, Noboa compartió un video en el que anunció que los cuadros de medicamentos promueven el consumo en niños y adolescentes, sin que existan pruebas que respalden su afirmación. Pidió su abolición.

@danielnoboaok

¡Hoy la Tabla de Drogas se va! Por nuestros niños, por nuestros jóvenes, por nuestras familias, por nuestro país 🇪🇨 El Nuevo Ecuador ya está aquí ✊🏻 #ElNuevoEcuador #NoboaPresidente #porunnuevoecuador #danielnoboaazin #danielnoboapresidente #NuevoEcuador #decreto #tabladedrogas #Ecuador

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“La posición de Noboa es miope, superficial, irresponsable e ineficaz. Lo único que conseguirá es aumentar la población penitenciaria con las personas más vulnerables. Noboa debería [en cambio] promover mecanismos para entender la mesa”, dice Ávila.

 

Una historia reciente de políticas de drogas dañinas

Las políticas antidrogas improvisadas y fallidas son parte de la historia reciente de Ecuador, y las decisiones del gobierno anterior agravan la situación actual. En 2005, por ejemplo, el ex presidente Lucio Gutiérrez (2003-2005) había emitido un decreto, apoyado por Estados Unidos, "para otorgar incentivos a la Policía Nacional por cada persona arrestada por posesión de drogas", dijo Alex Valle, profesor de la Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN) y especialista en derechos humanos y criminología.

“A la policía le ofrecieron, más o menos, 100 dólares por cada persona capturada; esto llevó a un aumento en el número de personas en cárceles que ya padecían problemas de hacinamiento”, agregó Valle.

En un esfuerzo por abordar los déficits presupuestarios, el gobierno de Lenin Moreno (2018-2021) comenzó a recortar el gasto público, disolviendo el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, así como la Secretaría Técnica de Prevención Integral de Drogas (SETED), que era responsable de la asistencia técnica. conocimiento sobre educación sobre drogas, sistemas de alerta y acciones comunitarias. La supresión inconstitucional de estas instituciones ha tenido, según la Oficina de las Américas, impidió que Ecuador tuviera los recursos necesarios para implementar programas relacionados con las drogas.

La ausencia de políticas de justicia social y de una batalla violenta contra el crimen es un gran peligro para Ecuador.

El sucesor de Moreno, Guillermo Lasso, no fue diferente. Bajo su presidencia, el abandono social aumentó, con recortes en el sistema penitenciario, la educación y la salud. “Lasso profundizó la visión securitizada, militar y policial dentro y fuera de las cárceles”, dice Jorge Paladines, investigador ecuatoriano y autor de Matar y dejar matar (Matar y dejar matar), que expone el desastre carcelario ecuatoriano. Según el autor, se tomaron medidas ineficaces, como intercambios de prisioneros de líderes de organizaciones criminales y formación de corta duración para nuevos agentes de policía.

 

¿Qué le espera a Ecuador si no hay cambio de rumbo?

En estos momentos, una parte del país se pregunta: ¿cómo salir de esta situación con la fallida receta de prohibición, criminalización y encarcelamiento indiscriminado? Si viviéramos en un país con un Estado de bienestar adecuado, con educación, medida contra la pobreza y menos gente encarcelada por consumo de drogas, “acabaríamos en parte con el negocio penitenciario”, afirma Valle. Para él, hay un gran interés en Ecuador, particularmente por parte de las fuerzas de seguridad y de ciertas corporaciones internacionales, en mantener un sistema punitivo: “la seguridad es un negocio millonario”.

En mes y medio de gobierno, Noboa ya ha anunciado la aprobación de planes para la construcción de dos nuevas cárceles. Además envió una propuesta económica urgente a la Asamblea Nacional donde -entre otras medidas- propuso un aumento tasa impositiva para “financiar la guerra contra la morosidad”. Esta medida es parte de su decreto de “estado de emergencia”, que establece que el país vive un conflicto armado interno donde se necesita que las Fuerzas Armadas realicen operativos para neutralizar a los grupos criminales.

La ausencia de políticas de justicia social y una batalla violenta contra el crimen es un gran peligro para Ecuador, especialmente cuando no existen instituciones técnicas para garantizar que el Gobierno esté formulando políticas de drogas informadas y basadas en evidencia.

Cuando se miran las políticas criminales, las medidas que Noboa está tomando son parciales y aisladas del problema central: la ausencia de políticas de inclusión social. “Quiere poner barcazas temporales”, dice Ávila Santamaría, refiriéndose a otra de las propuestas de campaña de Noboa: las famosas cárceles flotantes para solucionar el hacinamiento.

 

Se necesitan soluciones humanas para la violencia en Ecuador

En este complejo contexto, Ecuador sigue sin considerar seriamente enfoques alternativos a la guerra contra las drogas, sin interés en debates públicos sobre cuestiones relacionadas con las drogas. "No hay señales de una política de reducción de daños, no hay una política de salud pública clara sobre qué hacer en escenarios eventuales de un uso más letal de drogas", afirma Paladines. “Si pretendemos hacer políticas públicas ignorando el hecho social de que las drogas no van a desaparecer, equivale a pensar que para eliminar el VIH hay que eliminar las relaciones sexuales”.

Hace mucho tiempo que Ecuador no discute públicamente temas como la reestructuración del sistema de rehabilitación, o el tratamiento de las adicciones como un tema de salud pública, a pesar de ser este último un derecho garantizado constitucionalmente. En este momento, formular políticas públicas desde abajo –a partir de las necesidades de quienes viven las peores consecuencias del régimen de prohibición de las drogas– es impensable.

Según varios analistas con los que habló TalkingDrugs, si el castigo y el énfasis en la criminalización para resolver los problemas sociales siguen siendo el camino elegido, Ecuador enfrentará tiempos muy difíciles en el futuro. Colombia ya vivió esto en los años 80 y 90. Ecuador está siguiendo un camino peligrosamente similar.

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